Se me olvidó realizar esa búsqueda de otra vocación o profesión distinta, que la mayoría te aconseja tener, así que ahora lo único que tengo ganas de ser es artista.
Ana Pavón Porras (Coín, 1996) es una artista plástica que ha centrado su trabajo en explorar las capacidades pictóricas de la idea de lo oculto como método de seducción, con el fin de crear una suerte de erótica de la pintura que acerque el ojo a la superficie del cuadro. En sus últimos proyectos, la poética del misterio que protagoniza su propósito se ha nutrido del imaginario grecorromano y de la lírica superviviente escrita por mujeres de esta época. Así, la inaccesibilidad de la imagen se combinará con la inaccesibilidad del texto: pintura y poesía inalcanzables. Se trata de crear un espacio más sugerente que descriptivo, invitación a una experiencia más sensible que interpretativa, creando un lugar pictórico que oscila entre lo poco concedido y lo mucho prometido.
Es graduada en Bellas Artes por la Universidad de Málaga (2018), donde también realizó el Máster en Producción Artística Interdisciplinar (2019). Ha expuesto de forma individual con thelýglossos (Espacio Cero, Málaga, 2024), I spit even honey (NANZUKA 2G by AKIINOUE, Tokio), Ideario (We Collect Galery, Hotel Arts Barcelona, 2024), [Fr. 147P] (CAC Málaga, 2023) Eidyllium. Poema Breve (Museo de Cádiz, 2023), Los misterios del gineceo (Sala de Exposiciones de la Facultad de Bellas Artes de Málaga, 2022), Idyllium (Sala de Exposiciones de la Facultad de Bellas Artes de Granada, 2022) y Peithò (Galeria V.E.S. Arte Granada, 2022).
Para conocerte más, háblanos sobre tu formación y tus primeros pasos como artista
Siempre he tenido la predisposición de “hacer cosas con las manos” y he procurado encontrar el hueco para dedicarle momentos exclusivos, pero imagino que esa característica la debo compartir con muchas otras personas.
El inicio de mi formación como artista lo ubico al comenzar el Grado en Bellas Artes en la Universidad de Málaga, momento en el que, por supuesto, no tenía ninguna pretensión de ser artista. Podría decir que después de eso, simplemente se me fue de las manos y acabé siendo artista. Tras el grado, el máster de producción artística coincidió con el momento en que comencé a participar en bastantes exposiciones colectivas. Después del máster, una beca de residencia, un premio inesperado, la primera exposición individual, otra beca… pasan unos pocos años y te das cuenta de las horas, el dinero, el esfuerzo y el cariño dedicados a tu accidental propósito. Y no te arrepientes, claro, a pesar de las adversidades.
La obsesión por pintar que había cosechado durante la carrera hizo que empezaran a surgir continuamente sitios donde estar y proyectos que hacer, uno detrás de otro, y a provocar que se refieran a ti como artista numerosas veces.
Se me olvidó realizar esa búsqueda de otra vocación o profesión distinta, que la mayoría te aconseja tener, así que ahora lo único que tengo ganas de ser es artista.
El lugar donde todo sucede: el estudio del artista. Uno de los lugares donde más tiempo pasas. Donde reinan y conviven el orden y el desorden, las ideas y su materialización, ¿cómo es en tu caso?
Ojalá hubiera sido un único lugar, o al menos sólo unos cuantos. Mi estudio ha cambiado más veces de las que me gustaría, el pobre es otra víctima más de la precariedad. Han sido espacios distintos, me he amoldado a los metros cuadrados de cada ocasión, a más o menos luz, más o menos ventilación, algunas o ninguna persona cerca, a la exclusividad como taller o simplemente a un cachito de mi piso o de mi cuarto; pero siempre acaban pareciendo el mismo lugar.
Todo es igual, todo está manchado, el suelo, la pared, la ropa, los trapos, la mesa y hasta la gata si se interpone en mi camino. Todo adopta el mismo tono, según el proyecto del momento, siempre hay cuadros apoyados estratégicamente para que ocupen el menor espacio posible, hay estampados pintados y estampados en tela, una montaña de telas que aumenta con cada proyecto, huele, sobre todo, a óleo y a veces a aguarrás y se está realmente a gusto.
Es extrañamente acogedor porque, aunque se palpa su artificiosidad, está totalmente elegida por mí.
Comenzar una obra o un proyecto siempre es complicado, como enfrentarse al papel en blanco. Cuéntanos cómo es ese proceso de inicio de una obra o proyecto nuevo
Para comenzar una obra o un proyecto nuevo necesito que algo presuntamente insignificante me inspire. A veces trato de forzarlo porque necesito un nuevo proyecto, pero igualmente viene cuando quiere y hace que todo parezca lógico.
Lo que me inspira suele estar escrito. También las imágenes me inspiran, por supuesto, pero entran de una forma más indirecta. Cuando tengo una idea formada en mi cabeza hago bocetos que son poco más que manchas y colores llamativos, después rescato la colección de telas estampadas y hago fotografías que se acerquen de alguna manera a lo que tengo en la cabeza. Con eso y la suerte de boceto, suelo conseguir una referencia real de lo que llevaré al cuadro.
Después en el lienzo ya todo se convierte en otra cosa.
Una próxima meta que tengas en mente y quieras alcanzar
Dedicarme únicamente a la producción artística.
Si tuvieras que elegir sólo una palabra que englobe y defina tu trabajo, ¿cuál sería?
Insistencia.
¡Qué difícil! Me gustaría decir: embelesamiento, pero creo que eso es sólo para mí.
Salta a la vista, en tus obras, el detallado trabajo de ornamentación que, con reminiscencias grecorromanas, parece enmarcar los lienzos. ¿Tiene este ornamento también influencias andaluzas?
Siempre. El ornamento, la elección de las telas e incluso las composiciones tienen influencias andaluzas, pero imagino que es inevitable porque no es provocado como la influencia grecorromana, sino que brota de manera natural.
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